miércoles, 24 de octubre de 2018

Volverme a ir significa nacer a otra vida y empezar desde cero

“Han pasado algunos meses desde que me fui a Brasil y he vuelto a Venezuela para enterrar a mi madre, por más que luché para darle calidad de vida el gobierno hizo su parte para quitársela”
Por: Danny Rausseo / @RssFdz
Nunca había considerado la idea de irme de Venezuela. Comenzó como una idea vaga y difusa, cuando por utópicos quedaron atrás los pensamientos de viajar, algún día, para disfrutar del mundo. A medida que la situación en Venezuela se iba deteriorando me era cada vez más difícil suplir las necesidades. Recuerdo mi casa mojarse por todas partes durante las lluvias y como en esas noches no encontraba dónde acostar a mi madre. También recuerdo las largas colas para conseguir gas doméstico o alimentos, los racionamientos eléctricos diarios que podían llegar a ser de 12 horas continuas, durante los cuales refrescaba con un cartón a mi viejita durante su sueño. Las medicinas de ella siempre las conseguí, incluso recurriendo a pedirlas cuando había agotado todas las demás instancias. Y a pesar de que me alimentaba muy mal, al menos podía darle dos comidas diarias a mi mamá.
La idea de emigrar llegó el día cuando a pesar de todas las ayudas, las donaciones, la bolsa del CLAP y demás esfuerzos la comida alcanzó para alimentarnos solo una vez. También pesaba que Orgullo Guayana, la ONG que dirijo, junto con otras de la región fueron señaladas de “terroristas” por Diosdado Cabello en su programa Con el Mazo Dando.


Sin dinero, pero con la ayuda de Dios, asumí que podría hacer más desde otro país. Mi mejor opción era Brasil para no quedar muy lejos de mi madre, pues soy del estado Bolívar. Confiaba que 9 millones de bolívares fuesen suficientes para llegar al país vecino. Grande fue mi decepción cuando al cambiarlos solo obtuve tres billetes de 100 R$, una tercera parte del salario mínimo en Brasil.

Felizmente llegaba a ese país con una oferta de empleo, haciendo exactamente lo que solía hacer en Venezuela y en la mejor época para hacerlo. La diferencia radicaba en que mis ingresos serían suficientes para suplir mis necesidades básicas, mantener a mi familia en Venezuela y también ahorrar.


Quedé muy sorprendido cuando con lo ganado durante el primer mes de trabajo pude alquilar un lugar y adquirir mobiliarios y electrodomésticos que, aunque de segunda mano, jamás hubiese podido comprar en Venezuela ni trabajando 10 años
Han pasado algunos meses desde que me fui y he vuelto a Venezuela para enterrar a mi madre, por más que luché para darle calidad de vida el gobierno hizo su parte para quitársela. Al enterarme de su muerte tuve que trabajar dos días más para poder pagar su funeral. Por su cuantía parecía que costearía el funeral de una artista afamada, pues la crisis todo lo convierte en un lujo. Al menos mi madre tuvo un cajón y las flores que mi tía cortó de su jardín. La urna la colocamos en nuestra mesa de diario que sirvió para velar su cuerpo, los vecinos prestaron sus sillas.
Dediqué toda mi vida adulta a cuidar a mi madre, muchas veces conversamos sobre nuestra despedida. El país me quitó el privilegio de sostenerle su mano durante el último adiós, quedó sustituido por el interminable abrazo del día que me fui. Como quiero seguir viviendo otra vez decido irme. Volverme a ir dejando a mi madre atrás, con todo su amor, sus risas, sus recuerdos y su olor, la dejo con mi Venezuela, con mi trayectoria de defensor de derechos humanos, con mi perra, con mi vida y hasta con mi nombre, porque en Brasil se pronuncia distinto.
Volverme a ir significa nacer a otra vida y empezar desde cero otra vez.
Publicado en:  http://alternos.la/2018/09/24/7198/

viernes, 20 de julio de 2018

O homen da panturrilha grávida

Última evaluación del Curso de Extensión en Lengua Portuguesa (con enfoque en Derechos Humanos) de la Facultad Salesiana Don Bosco en Manaus-AMAZONAS, periodo marzo a mayo 2018: Tema libre en Cultura de Venezuela.
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O homen da panturrilha grávida
MITO YANOMAMI
Por Félix Fernández

Como eu já disse anteriormente, na Venezuela trabalhei como defensor dos dereitos humanos na ORGULLO GUAYANA. Um dos nossos temas educacionais foi a IGUALDADE DE GÊNERO e a DIVERSIDADE SEXUAL. Além disso, hoje, 17 de maio, coincidentemente é comemorado o DIA INTERNACIONAL CONTRA A HOMOFOBIA E A TRANSFOBIA. Por essa razão, quis escolher um mito venezuelano que mostrasse que os preconceitos sexuais surgem por meio de convenções sociais de natureza subjetiva ou pessoal.


No início dos tempos, nas cabeceiras recônditas do Orinoco, habia apenas dois humanos e ambos eram homens.
“Como vamos ter filhos, se somos homens?”, perguntavam os dois jovens, enquanto vagavan sem rumo pelo exuberante paraíso terrestre de Sierra Parima.
Eles tentaram de várias maneiras até que um deles conseguiu fertilizar o outro através da cavidade que se forma ao lado do dedão do pé. Prodigiosamente, ele ficou grávido.
Pouco a pouco, sua panturrilha começou a inchar. Tornou-se enorme e quando parecia que a perna ia estourar, nasceu a primeira menina Yanomami. Uma vez que a menina cresceu e se tornou uma mulher, ela foi casal do homem que deu à luz a ela. Então quem serviu como sua “mãe” mais tarde se tornou seu marido. Assim nasciu logo a segunda mulher no mundo, que anos depois se casou com o autor da primeira fecundacão; isto é, com o seu avô.

Assim os Yanomami proliferaram, de acordo com as histórias transmitidas de uma geração para outra ao longo dos séculos.

Os Yanomami hoje habitam en um extenso território da selva amazônica em ambos os lados da fronteira de Venezuela e o Brasil.

Esta história foi compilada por Jaques Lizot no livro “El hombre de la pantorrilla embarazada”, editado pela fundação La Salle de Ciencias Naturais em 1974.

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