jueves, 31 de julio de 2014

Cada Minuto Cuenta

Todo le daba asco, no comía nada durante varios días, llegó a pesar 45 kilos, tenía todos los síntomas de una grave enfermedad.
Cuando su familia la vio así no sabían lo que le sucedía, pero cuando supieron la verdad lo único que hicieron fue apoyarla.
Ella se llama María Eugenia Bolívar y no recibió rechazos por parte de ningún integrante de su familia, incluso de su pareja e hija.
María vivía en Maturín cuando se enteró de lo que tenía. Esto fue hace trece años, en ese momento ella estaba mal, en una etapa que la consumía, pero, a pesar de todo solo mantuvo una actitud positiva ante la situación que la dejaba en los huesos.
Dios siempre fue un bastón para María. Su mamá oraba mucho desde la iglesia evangélica a la que asiste. María cuenta que los momentos más críticos los pasó su familia, porque ella necesitaba estar con una mejor actitud.
Amor de familia
La primera en enterarse fue su hermana. El amor fraternal se hizo sentir y notar cuando salió de la consulta y le brotaron lágrimas, pero María le pidió que no se pusiera a llorar, porque ella lo que necesitaba era fortaleza para poder estar bien.
La hermana la obedeció y hasta hoy es más unida a ella y comprende perfectamente que es feliz porque supo llevar la situación.
Le dijo estas palabras: “Lo mucho o poco que me quede por vivir hay que vivirlo bien”.
Sin duda María estaba llena de pensamientos positivos que son lo mejor durante su condición de vida.
No es una mujer que se dejó llevar por mitos, rumores o el qué dirán de los demás.
Simplemente sigue luchando con la fe en Dios por delante. Dejando las cosas en manos del Todopoderoso.
La hija de María tenía nueve años (en la actualidad tiene 21) cuando se enteró de la condición delicada que estaba pasando su mamá, de su pequeña solo escuchó palabras de aliento. “Mami, yo sé que tu tienes una condición de salud, pero para mí estás bien”, le dijo la niña.
Tal vez la pequeña no comprendía por completo lo que pasaba, pero esa frase fue suficiente para saber que María contaba con otro amor verdadero.
Su pareja en ese momento le brindó todo el apoyo y amor que pudo, en este momento no se encuentra junto a él, pero supo valorar lo que ella significaba y la ayudó a superar su diagnóstico.
-¿Y sus padres nunca se molestaron?
-No, nunca, ellos son mayores y no entienden mucho el proceso de la condición y tal vez no están muy informados acerca de todo lo que es. Mira, yo he escuchado tantos casos que hasta en la misma relación de pareja dicen 'si te amaba, ahora ya no'.
Es muy importante que las personas que padezcan una condición de salud delicada cuenten con el apoyo de sus familiares para su recuperación. María lo tiene.
Vida normal
María tiene 40 años de edad y trece de ellos ha estado tomando tratamientos para mantener lo más alejada posible una recaída.
Ella vive una vida normal. Siempre con actitud positiva, trabajando como todos los demás mortales. “Solo que me tengo que cuidar un poco más, porque mi sistema inmunológico tiene que estar fuerte”, resalta María.
Cuando se refiere a “cuidar un poco más” es a la estricta puntualidad de tomarse todos los medicamentos. El tratamiento no puede faltar ni uno de los 365 días del año. Al mudarse de Maturín para Ciudad Guayana tuvo que esperar por el traslado de centro de salud para retirar los medicamentos.
En ese ínterin un doctor le regaló el tratamiento para que pudiera esperar hasta reclamar en el Ambulatorio Las Manoas su dosis de salvavidas.
Durante los 13 años que María tiene viviendo con esta condición de salud, solo ha sufrido de bronconeumonía, pero se curó. Eso fue hace cuatro años. Hasta ahora no ha hecho más que sonreír y vivir feliz.
Gracias a la puntualidad que tuvo al ingerir el tratamiento, María se repuso de los 45 kilos que llegó a pesar. Ya su imagen comenzaba a estar acorde con los 1.60 metros que aproximadamente mide. En dos meses logró recuperarse. “Hasta ahora que estoy rellenita, porque siempre he sido así”, expresa con una sonrisa que resalta sus ojos marrones claros.
La situación con los medicamentos y la atención en Las Manoas no era la misma que en la actualidad. “Para hace 12 años no había el avance que hay ahora, pero nunca me faltó nada”, recuerda María.
Da gracias a Dios que el sistema de salud venezolano es gratuito. “Sí hace falta reforzar mucho más y no perder lo que se ha logrado, sé que hay muchas personas que están luchando por esto, pero con quejarme no hago nada, no aporto un grano de arena”.
María está segura de que su fe en Dios y su buena vibra han logrado que sea más fácil salir adelante y llevar una vida normal en su trabajo, con su hija y demás familiares.
Indudablemente el sistema de salud gratuito en Venezuela ha jugado un papel sumamente importante para mantener con vida a esta mujer con corazón guerrero. Así como ella hay miles en Guayana.
María insiste en que las personas no lograrán nada con quejarse de alguna situación que estén pasando. La queja solo representa una explosión negativa que al final no permitirá que el pasar de los días sea uno mejor que otro.
¡A cuidarse!
Cambiar la percepción que tienen las personas acerca de una condición de salud distinta es lo que quiere lograr María Eugenia.
El “no a la discriminación y no al rechazo” salen de su boca con una pronunciación en tono bajo y normal, pero realmente necesita que se haga sonar a gritos. “Yo estoy aquí, viva, me puedes ver, me puedes tocar”, dice María con la intención de dejar claro que ella no es un ser anormal y que se puede desenvolver con las demás personas.
No solo se preocupa por ella, sino por los demás. Clama por el cuidado de todos, pero eso solo dependerá de la responsabilidad y consciencia que tenga cada ser al momento de decidir mantener relaciones sexuales.
Informarse, leer, usar el condón entre otras cosas se pueden hacer para evitar infecciones severas.
María solo quiere notar que su vida está llena de felicidad y que “gracias a Dios” vive con total normalidad, junto a su hija y familiares.
Desea que todos entiendan que su condición de salud se puede evitar, pero también que quienes la padecen tienen derecho a no ser discriminados o rechazados por la sociedad. María Eugenia Bolívar tiene 13 años viviendo con VIH.

Autora: Carla Ochoa. Fuente: http://www.primicia.com.ve

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